El símbolo por excelencia de Cantabria, la milenaria Estela de Barros, comienza a preocupar seriamente a los expertos en la historia del valle de Buelna, alarmados por su “progresivo deterioro”. Una impresión ratificada en la última visita girada al edificio que alberga esa rueda gigante, única en el mundo, y otra estela fragmentada. Un parque cerrado desde hace año y medio debido a un problema suscitado por la titularidad del terreno sobre el que se asienta entre el Ayuntamiento y el Obispado.

Y así como la situación de la Estela de Barros es cada día más preocupante, parece que el futuro del parque es más prometedor, tras el principio de acuerdo entre Obispado y Ayuntamiento sobre el mantenimiento del edificio. En caso de acuerdo definitivo, será el primer paso firme para la reapertura del parque y para la ejecución de varias mejoras estructurales.

Entre tanto, los expertos llaman la atención sobre la Estela. José Francisco Pérez Mora o Juan Miguel Villamuera han reconocido su preocupación por el “claro deterioro” de esa rueda “en relativamente poco tiempo”. Y advierten que los daños que ya se observan puedan ir a más. Además, han defendido la necesaria intervención en el parque para mejorar las condiciones de conservación de las estelas. Y una mayor difusión de su importancia histórica y de su misma existencia, además del lugar que las alberga, para facilitar las visitas. Algo que, añaden, debería también sumar esfuerzos de las administraciones para habilitar una persona que abra el parque y explique la importancia de lo que alberga. También han voces que reclaman la necesidad de acometer todas esas actuaciones sin plantearse el que la Estela pueda abandonar el valle. Carlos Fernández, representante de la Asociación la Estela de Barros, defiende que la rueda lleva más de 2.000 años en la calle y no cree que su deterioro se haya acelerado en los últimos años.