Cerca de 40 vecinos de Los Corrales de Buelna han viajado esta Semana Santa a los orígenes de la historia del pueblo francés hermanado con el cántabro, La Haye Fouassiere, una visita a tierras galas que ha servido para festejar las Bodas de Plata de ese hermanamiento y refrendar el buen ambiente que marca esa unión de municipios.
Pero también para conocer mejor un pueblo que les ha desvelado algunos de sus secretos, un magnífico molino o un castillo espectacular en el centro del pueblo, donde han probado el maridaje del pan y el vino típicos de la tierra. Fue el Sábado Santo cuando participaron en una degustación gastronómica propia de La Haye, santo y seña de una población que debe su apellido precisamente a la Fouace, un plan dulce, y su desarrollo económico al mouscadet, un buen caldo blanco que se produce en las fértiles tierras del Loira.
Fue la muestra de la "ilusión" con la que el comité de hermanamiento francés preparó la visita, la recuperación, tres años después, de los intercambios, como señaló el alcalde de Los Corrales de Buelna, Luis Ignacio Argumosa Abascal, uno de los que viajó en la expedición cántabra. Yolanda Roullier, presidenta del comité español, también destacó "el alto listón" que han puesto de cara al viaje de regreso, que se prevé para el puente de mayo del año que viene.
Fue una de las cuestiones que se barajaron en la reunión oficial de los dos comités de hermanamiento, alcaldes y concejales mantenida el último día de la visita. Un encuentro "para hablar de proyectos comunes, de la fecha de la próxima visita, del posible intercambio de jóvenes este verano, de potenciar las relaciones entre asociaciones de todo ámbito, de conocer más el movimiento asociativo de ambas localidades", explicó el alcalde.
Argumosa y Roulliere hablaron de un "trato extraordinario" en La Haye: "es como estar en casa", decía el alcalde. La presidente del hermanamiento corraliego reconoció también "el trabajo del comité de acogida, de las familias, todo en un clima de cordialidad" fruto de la "gran satisfacción para todos que ha supuesto el poder recuperar estos intercambios", remató el alcalde.
Entre una cosa y otra, los corraliegos viajaron a Mont Saint Michel para conocer un enclave único en Francia invitados por los hermanos galos, regalo al que el comité cántabro respondió con un cuévano con productos de la región y un concierto de algunos de los miembros de la Agrupación de Pulso y Púa Fresneda que participaron en el viaje. Los ayuntamientos se regalaron un requinto por la parte corraliega y por parte francesa un velero hecho con materiales de trabajo de la tierra.
