Yacimiento en San Juan de Raicedo Lunes, 04 Mayo 2020 Yacimiento en San Juan de Raicedo

Continúan las excavaciones en la necrópolis de Raicedo

El coronavirus se ha encontrado con un muro infranqueable en Arenas de Iguña. En realidad, ha topado con la iglesia. Los trabajos arqueológicos sobre la necrópolis medieval situada en el entorno del templo románico de San Juan de Raicedo han continuado durante el confinamiento, alentados por el avance en la ampliación de la carretera que comunica el Besaya con el Pas cruzando todo el valle de Anievas.

Esas obras se llevarán buena parte del asentamiento, por lo que los arqueólogos Javier Marcos y Lino Mantecón no han cejado en su empeño de desentrañar todos los secretos de una de las necrópolis más interesantes de todo el norte de España, documentando el patrimonio arqueológico que se puede ver afectado por esas obras. Una labor avalada desde su inicio por el promotor de la obra civil y arqueológica, la Dirección General de Obras Públicas del Gobierno de Cantabria, y la empresa adjudicataria, Fernández Rosillo.

El director de la excavación, Javier Marcos, reconocía la semana pasada desde el propio asentamiento que «tenemos la suerte de poder contemplar un cementerio cercano a los mil años que nos habla de una comunidad rural preocupada por el más allá, de las primeras personas que habitaron estos valles, que labraron la tierra, que construyeron el paisaje que nos encontramos en la actualidad». Eso si, un estudio que se enmarca ahora en un nuevo escenario: «las obras de la carretera avanzan con lo que tenemos que seguir con la excavación, pero con todas las garantías que marca esta situación», decía.

Hasta ahora se ha documentado la mitad de la amplia extensión de ese cementerio medieval, hallando mucha cerámica y objetos que han permitido detallar, en varias de las tumbas, lo que podría ser un rito asociado a un banquete funerario, una tradición romana asimilada en aquellas tierras, algo que ya se había encontrado, por ejemplo, en las catacumbas paleo cristianas. Se trata de un banquete celebrado en el entorno de la tumba del familiar fallecido.

También reconoce Javier Marcos que la presencia de restos óseos es testimonial, muy deteriorados debido a la acidez del suelo. Pero asegura que lo más importante vendrá después, con la interpretación de los hallazgos tras su paso por el laboratorio y los estudios de los materiales encontrados. Será entonces cuando se pueda hacer un cuadro que permita saber cómo era la vida en la aldea de San Juan de Raicedo a lo largo de una época crucial para su historia.

Incidió en algo que ya había dicho a principios de año, que las excavaciones están ofreciendo más información incluso de lo que se pensaba en un principio. Hasta ahora se han delimitado más de un centenar de tumbas en un cementerio de una gran extensión, uno de los más importantes en ese sentido del norte de España. Más extensión y más densidad, enterramientos tan próximos que apenas se puede andar sin tocarlos, con zonas concretas para los más pudientes o para los niños no bautizados.

Javier Marcos y Lino Mantecón llevan cerca de siete meses en San Juan de Raicedo y cada día desentierran más tumbas. Todas en una organización lineal y concéntrica, todas orientadas este-oeste, «hacia la resurrección».

En ese tiempo se han topado con algunas singularidades importantes. Por ejemplo con una concentración de cinco tumbas de mejor factura, suntuarias, lajas (cajas de piedra) sobre las que se colocó una gran losa monolítica, algunas con estelas incluidas en su cabecera, una tipología que se había hallado en el País Vasco pero que no se había encontrado en Cantabria.

Otra de las cuestiones que el avance en las excavaciones ratifica es que ese cementerio no se organizó en torno a la iglesia actual, al templo de San Juan de Raicedo, «desplazado respecto al cementerio». Lo lógico sería pensar, aseguran los arqueólogos, que esas tumbas se habrían colocado más cerca de las reliquias de la iglesia original.

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