La Vijanera se vistió este domingo con su mejor máscara para encandilar a los miles de personas que se acercaron a Silió (Molledo) para celebrar una cita catalogada como Bien de Interés Cultural Etnográfico Inmaterial y Fiesta de Interés Turístico Nacional enraizada en los ritos ancestrales de Cantabria. La Asociación Cultural de Amigos de La Vijanera quería ofrecer en esta edición una nueva imagen y el resultado fue espectacular, como ratificaron tanto quienes se estrenaron en la mascarada de Silió como los más habituales, que se dejaron sorprender por más personajes que nunca, más trajes, más máscaras y una apuesta decidida por acercarse cada vez más y mejor al origen de la fiesta. No se notó la coincidencia con el día de las cabalgatas de Reyes y fue mucho el público que se congregó en la mascarada más respetada en Europa.
Fieles siempre mayoritariamente jóvenes que cumplieron con el rito y siguieron de cerca a la comitiva, aplaudiendo cada parada, riendo con las coplas satíricas, rendidos a una representación única que acaparó su atención hasta que la imponente iglesia románica de Silió impuso la ley divina para que los grandes protagonistas, los zarramacos, dieran muerte al Oso.
Poco después de las doce del mediodía comenzó el gran espectáculo en dos lugares distintos. Una pequeña comitiva se dejaba ver en las laderas que bajan de Santa Marina a Silió, mientras el gran grupo salía de las antiguas escuelas, sede de la asociación organizadora. Nadie se quería perder uno de los momentos álgidos del día. Y nadie quedó defraudado. El Oso bajaba de los montes escoltado ya por los zarramacos que se unieron para darle caza al pié de la iglesia. Los guerreros del Bien hicieron su trabajo y pusieron en manos del Húngaro al animal que representa en la fiesta todos los males de la tierra.
Las dos comitivas unidas se dirigieron a la plaza principal entre un pasillo humano donde las cámaras de fotos no paraban, dirigidas muchas hacia uno de los alicientes de los últimos años, los trajes naturales, este año más y mejor si cabe. En un trayecto más corto que otros años, unos otros rindieron honores a la fiesta en la plaza que acoge el centro de interpretación de La Vijanera. Sorteando calles estrechas y gente cuerpo a cuerpo con los vijaneros, el grupo se dirigió a la Raya, la frontera entre Silió y Santián, lugar elegido, como es tradición, para pedir Guerra o Paz. Y como es habitual, ganó la fiesta y reinó una paz que, al menos, durará hasta el año que viene.
En ningún momento cesó la danza y, con ella, el sonido de los campanos que portan los zarramacos, 240 campanos que se dejaron sentir en todo el recorrido. Sonido que marca el ritmo a cuarenta kilos de peso entre metal y cuerdas.
El largo recorrido hasta la Raya permitió disfrutar del centenar largo de integrantes de la comitiva, especialmente de los renovados trajes que recrean la Naturaleza, otra de las apuestas de este año, con mención especial al renovado Árbol, uno de los más fotografiados y el preferido de los niños. Con ellos, el amo, los traperos, la pepona, la madama o el mancebo, la gigante giralda, los danzarines, la preñá, la gorilona o las gilonas, también recuperadas este año. Todos envueltos en trajes de marcado corte rural, hechos con elementos propios de las labores cotidianas y la naturaleza de la zona, sacados de retales de telas viejas y sacos.
Las Coplas
La comitiva regresó sobre sus pasos dese la Raya hacia la plaza de Santiago y de ahí a la campa donde se había instalado el escenario que acogió el canto de las secretas coplas, muy críticas con temas de orden regional, como la situación de la sanidad o los trenes; nacional, como la corrupción o la gestión de la DANA; en el internacional la guerra en Gaza o la presidencia de Trump; y también de orden local, como el cambio de alcalde de Molledo. También hubo una canción dedicada al presidente del Gobierno, 'Canción del 'Perro' Salvaje. En el mismo escenario tuvo lugar el Parto de la Preñá, premonitorio de un año de bienes.
Y para finalizar, sorteando a los cientos de espectadores que, hombro con hombro, fueron afluyendo a la campa, llegó la victoria del Bien sobre el Mal, la culminación de la fiesta con los zarramacos abatiendo al Oso al pie de la iglesia parroquial de San Facundo y San Primitivo.
El Gobierno de Cantabria estuvo representado por el consejero de Economía, Hacienda, Financiación Autonómica y Fondos Europeos, Luis Ángel Agüeros, acompañado por el alcalde de Molledo, Joaquín Villegas, a quién trasladó la disposición de su departamento para contribuir a la difusión y fomento de La Vijanera en países europeos que cuenten con similares celebraciones a través de las subvenciones de concurrencia competitiva de la Dirección General de Fondos Europeos. También estuvo el secretario general del PSC-PSOE, Pablo Zuloaga, o los diputados regionalistas Paula Fernández Viaña y Guillermo Blanco, además del artista internacional Okuda.