En Los Corrales de Buelna nada está libre de los ataques vandálicos y eso lo saben bien los usuarios de una de las rutas más transitada en el valle, la senda fluvial paralela al río Besaya de Somahoz a Cieza, un paseo que en 2016 pasó de ser un camino de cabras a un recorrido cuidado y señalizado, aderezado con distintas zonas de descanso y acceso a las históricas ‘playas’ del río. El Ayuntamiento incluso añadió un tramo de pasarela para ampliar ese camino y colocó una valla protectora de madera que ahora está rota en muchos lugares y tumbada en una parte del trayecto. También ha desaparecido alguna sección de vallas que dan seguridad en las bajadas al río Besaya.
Los usuarios vienen denunciando los últimos fines de semana esos destrozos, lamentando los ataques vandálicos sobre una senda natural recuperada hace ahora siete años. En algunos puntos los troncos que forman las vallas de madera se han roto y han ido desapareciendo. En otros, están aún tirados por el suelo.
A través de la participación de trabajadores contratados en distintos planes de empleo un tramo de 3,5 kilómetros de lo que fue vieja carretera Nacional 611 (entre Cieza y Somahoz), invadida hasta entonces por la maleza, basuras y plantas invasoras, se transformó en un entorno que invita a personas de cualquier edad y condición física a acercarse y aprovechar un camino que parte de Somahoz y llega hasta el cruce de la actual N-611 a Cieza, conectando con un pequeño tramo hacia Iguña y otro de mayor recorrido paralelo al río Cieza.
En cualquier época es muy utilizado para hacerlo a pie o en bicicleta y en verano para aprovechar los remansos del Besaya y darse un baño, como se hacía antiguamente. Un paraje cercano al casco urbano, con la seguridad que ofrece la lejanía del tráfico rodado e idóneo para realizar ejercicio físico, acceder a las riberas para practicar la pesca o, sencillamente, relajarse y disfrutar del paisaje.
La senda no ha sido la única que ha sufrido estos días actos vandálicos. Una vez más han aparecido pintadas en la fachada principal de la capilla de San Juan, en el parque de La Rasilla. Esta vez ha sido un corazón el motivo del grafiti, un acto, parece que sin mala intención, que daña el patrimonio arquitectónico, religioso e histórico local.
El año pasado la misma fachada se vio afectada por otras pintadas más extensas y, no muy lejos, una de las puertas laterales del palacio de los Condes de Mansilla, también es diana habitual para espray que han ido haciéndose notar en otros edificios históricos como la Casa Pilatti o la Cruz de los Caídos para lamento de los vecinos de Los Corrales.