La Guardia Civil pone fin a la oleada de quema de vehículos en Cantabria deteniendo a dos individuos cuando volvían a intentarlo en Torrelavega
- Se les considera autores del incendio en la calle La Salle, de Los Corrales, de tres vehículos en la noche del pasado viernes 1 de julio
- Los dos detenidos han llegado a quemar más de 50 coches durante todo el verano
- En tres de los incendios llegaron a provocar heridos por inhalación de humo
27 de agosto de 2022.
La Guardia Civil ha detenido a los dos pirómanos que han quemado más de 50 turismos durante este verano en Cantabria. Los dos hombres –de 20 y 28 años- son vecinos de Maliaño y Santander, y se les considera autores de los delitos de daños y de incendio.
Tras una compleja investigación, la operación Nusku ha culminado con la detención de los dos autores mientras iniciaban el último de los incendios provocados en Torrelavega. En el momento de la detención, llevaban hasta cinco mecheros y una caja de petardos.
La investigación comenzó a principios del verano tras la quema de hasta diez vehículos en distintos puntos de la región.
Fue en julio cuando las quemas de turismos ascendieron notablemente. Durante ese mes se produjeron 29 casos, 14 de ellos en Santander.
En total, y hasta el momento de la detención, han sido quemados una suma de 52 turismos y furgonetas, estacionados todos ellos en la vía pública de los ayuntamientos de Piélagos, Santiurde de Toranzo, Los Corrales de Buelna, Santander, Camargo, Ribamontan al Mar, Meruelo, Polanco, Reocín, Argoños y Torrelavega. De la misma manera han sido calcinados contenedores y diferente mobiliario urbano.
En al menos tres ocasiones, en incendios producidos en Torrelavega, Santander y Los Corrales de Buelna, los detenidos pusieron en grave riesgo la integridad física de vecinos, ya que la columna de humo llegó a entrar en diferentes viviendas tras quedar los cristales de las ventanas destrozados y las persianas derretidas por las altas temperaturas.
Depurado modus operandi
Los pirómanos utilizaban tanto sus vehículos particulares, como prestados por amistades, para trasladarse a los lugares donde iban a perpetrar los hechos. Una vez localizaban el turismo que querían prender, aparcaban su coche en las inmediaciones para a continuación aproximarse a pie.
Cuando se encontraban junto al vehículo, iniciaban el fuego en una de las ruedas delanteras del mismo, situando cerca dos petardos. En pocos segundos abandonaban el lugar, antes de que las llamas se propagaran. Se cercioraban de que el vehículo estaba envuelto en llamas porque los dos petardos detonaban.